Si vas para Chile…
Pasando seis horas de viaje y una corta estadía en el aeropuerto de Santiago –haciendo la conexión– me encontraba en la ciudad de Calama, más precisamente llegando al 1463 de la calle Brasilia donde pasaría los siguientes días.
Con una fugaz visita a San Pedro de Atacama, el caluroso día de descanso previo a una intensa semana de trabajo se iba diluyendo en una fría noche que contrastaba por completo la temperatura para recordarme que estaba en medio del desierto.
Llegó el lunes y entrábamos al Colegio Río Loa para compartir junto al profe Miguel (qué genio!) el taller de improvisación guiada con señas con los chicos de la escuela.
Luego de una escapada a la cocinería más cercana, por la tarde, llegaban los profes para escuchar acerca de las cartografías sonoras. Distintas realidades y distintas perspectivas acerca del trabajo con sonido, encuentro enriquecedor por donde se lo mire.
Transfer y aeropuerto nuevamente, el vuelo más raro de mi vida, compartido con los mineros que terminaban su semana de trabajo por turnos en Calama –se suele trabajar cinco o siete días seguidos, acumular francos y estar una semana fuera de la mina también– que se conocían entre todos. El infiltrado era yo, que encima pretendía dormir durante esas dos horas. Entre gritos y chistes. Qué iluso.
Llegué a Santiago y Fabián me esperaba tal como habíamos quedado. Luego de una parada técnica para aprovisionarnos de un completo tradicional seguimos viaje hasta Valparaiso, al pie del Cerro Concepción, donde me tocaba quedarme.
Era ya miércoles y con tan solo tres horas de sueño en el bolso me pasaba a buscar Marcelo para tomar una micra y llegar a Playa Ancha para colaborar con el programa Conversaciones en la UPLA, de UPLA TV y luego compartir la mesa redonda con Andrés y Francisco.
Almuerzo mediante, llegaba la tarde y comenzaba el taller de Lectura expandida. Dos hermosos grupos pudimos armar en los que enseguida se perfilaron las tareas de cada integrante. Tremendo el potencial! en tres días hicieron mucho más de lo esperado y sus performances finales estuvieron geniales.
Los conciertos merecen una mención aparte. Súper cálidos, desde los colchones en el piso hasta la improvisación grupal del último día.
Solo me queda agradecerles a todos los que hicieron parte para que esto haya sido posible.
A Karla por la coordinación de Calama y todas las recomendaciones, a Alejandro por confiar a la distancia, al Consejo Nacional de las Artes y la Cultura y por supuesto no podría olvidarme de Adriana y Carlos por su hospitalidad y predisposición para todo.
A Andrés, Fabián y Camilo del CEMLA, como también a Sergio, Marcelo y Emanuel por la mano indispensable que dieron para que todo camine. Al otro Andrés, el compadre cordobés, por la buena onda, los momentos compartidos y por participar del taller de Andamio (nos vemos en estos días?). A Pablo de la UV por el apoyo y a todos los que participaron de los talleres.
Fue una experiencia muy linda, gracias una vez más y espero saber de ustedes pronto!