Los tiempos de pandemia han disparado la existencia de metaversos, pluriversos e infinidad de otros universos virtuales donde hemos aprendido a encontrarnos e interactuar. Es lógico pensar, que muchos de estos espacios van a continuar vigentes y que las cualidades de los materiales y objetos digitales que los componen serán estudiadas por nuevas disciplinas científicas, tal como la ciencia clásica ha intentado estudiar desde siempre todo fenómeno existente en el mundo que hasta hoy conocemos como real.

Así, mientras un mineral es una sustancia natural que tiene una composición química definida de cuerpo sólido e inorgánico, un metamineral es una sustancia artificial de composición digital.
El pixelazuli es un metamineral semiprecioso compuesto en su mayoría por paquetes de datos que se aproximan a la lazurita, y en menor medida por otros cercanos a la sodalita, calcita y pirita, combinación que da como resultado un color azul metálico muy característico.
Su nombre proviene de dos vocablos: por su naturaleza visual, pixel –acrónimo en inglés para picture element, elemento de imagen–; y por su color, lazuli –proveniente del latín lazulum, azul–.

Por sus características estructurales, se compila a partir de métodos tradicionales, reuniendo información de diferentes bases de datos y obteniendo por resultado un conjunto de elementos sólidos en azul ultramar, combinados con distintas tonalidades de grises y negros. 
Los dropouts o pérdidas de datos en el proceso de compilación de pixelazuli, dan lugar a los llamados bits de azurita, que suelen escapar por la parte superior y que se utilizan regularmente para la obtención de colores de muestra, también conocidos en inglés como sample tones.

Desde lo musical, Pixelazuli es una pieza de drone music, que también se conoce como drone ambient o dronescape, un estilo de música minimalista que se caracteriza por el uso de sonidos, notas o clústers sostenidos en el tiempo, siendo así lo más característico del género el hecho de ser sus composiciones piezas de una duración extendida y con pocas o muy medidas variaciones armónicas durante toda su extensión. La pueden encontrar en Spotify, con arte de María Paula Jaramillo Gómez.

También forma parte de esta serie la pieza Metacrosita, disponible en plataformas.

¡Gracias por pasar, por leer y por escuchar!

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Las canciones de cancha son una parte fundamental del folclore del fútbol: ya sean de aliento hacia el equipo propio, de crítica hacia los jugadores o de burla al equipo rival, no faltan nunca en ningún encuentro o competencia. Atendiendo a su amplia aceptación y proliferación popular, me propuse realizar un análisis de la ya popularísima Muchachos ahora nos volvimos a ilusionar, pero rastreando sus antecedentes, es decir, partiendo desde la canción Muchachos, esta noche me emborracho de La mosca tsé-tsé (2003), su paso y transformaciones en al ámbito del fútbol local y su adaptación como canción de aliento a la Selección Argentina con los versos propuestos por Fernando Romero, teniendo en cuenta las características de la música, las letras y su significado.

La canción tiene muchos puntos interesantes. Comienza desde la épica: no solo presenta el contexto geográfico sino su relación directa con sus héroes: Argentina es la tierra de Diego Maradona, Lionel Messi y los Héroes de Malvinas. Se posiciona a la voz en primera persona, lo cual genera también un vínculo directo con quien cante la canción.

Continúa con la frustración y la tristeza por ver a Argentina perder todas las finales importantes que se mencionaron más arriba. En ese “no te lo puedo explicar, porque no vas a entender” también está imbuido un carácter de intransferibilidad de la sensación, lo cual no es menor y de hecho puede ser ampliado a muchos temas en los que la argentinidad está presente: el sentir patrio, el peronismo, la cantidad de tipos de cambio no oficial, vivir con inflación pero igualmente mantener un nivel relativamente bueno de vida en relación a otros países vecinos. Estas situaciones no solo son muy complejas de explicar sino que difícilmente alguien que no las ha vivido en carne propia pueda entenderlas.

Incluso se puede entrever cierta relación metatextual con un spot que la AFA publicó en el 2018 en vísperas de la Final de la Copa Libertadores de ese año, protagonizada por Boca Juniors y River Plate y que por distintos motivos terminó disputándose en Madrid. Allí se consignaba que hay una serie de sucesos –haber contado con Maradona y con Messi, con el Papa Francisco y la propia final Boca vs. River– que son sencillamente inexplicables, y que no hay que tratar de entenderlos, sino sencillamente disfrutarlos. De allí se popularizó la frase que encarna Chiqui Tapia –presidente de la AFA– y que es utilizada en una multiplicidad de memes.

Si les dio curiosidad y les interesa conocer un poco más sobre la canción y su devenir popular, clickeando aquí pueden acceder al artículo completo, que cuenta con todas las fuentes y la bibliografía utilizada para realizar el análisis.

¡Gracias por pasar y por leer! y ¡vamos Argentina tricampeón!

Hace unos meses, que por un motivo o por el otro, me he encontrado charlando de la escucha, o mejor dicho, de las escuchas, en relación a situaciones tan disímiles como lo pueden ser un concierto acusmático, el diseño sonoro de un audiovisual o la ecología acústica y el medio ambiente. Es así, que la recuperación de este tema como un tema que reviste vigencia y actualidad, y sobre todo, del cual se desprenden diversas y complejas aristas al cruzarse la escucha con otras disciplinas, me hizo pensar en volver a las bases y encarar un pequeño texto que sirva para contextualizar lo que podemos entender como el nivel más sencillo de análisis.

Para hablar de escucha, podemos tomar como punto de partida a la diferencia entre oír y escuchar, que incluso más de un texto propone como análoga a la diferencia existente entre ver y observar: mientras que tengamos un sistema auditivo saludable, oiremos todos los sonidos que lleguen a nuestros oídos, sin embargo, tal vez no estemos escuchando alguna particularidad dentro de todo lo que esté sonando. ¿Qué quiere decir esto? En otras palabras, que la diferencia entre oír y escuchar reside en la dualidad pasividad-actividad con la que que encaremos el acto. La audición recibe todo lo que está sonando en un espacio determinado, pero necesitaremos de la atención, de la voluntad, para poder escuchar determinados elementos de los que forman parte de ese todo.

Imaginemos que estamos cocinando. Vamos a freír cebolla y para evitar la acumulación de vapores y humos, prendemos el extractor de aire. El extractor, como tantos otros motores que nos acompañan a diario, son un ejemplo que solemos tener muy a mano para entender el fenómeno. Escucharemos el encendido, porque la irrupción en el silencio es un evento muy marcado y además, estamos atendiendo a que el motor encienda, porque nuestra voluntad es despejar los vapores. Ahora bien, es muy probable que después de unos minutos, al seguir cocinando, tal vez entablando una conversación con alguien que nos hace compañía, hayamos dejado de escuchar ese motor del extractor de aire. Y aquí está el punto fuerte del ejemplo: no dejamos de oirlo pero sí de escucharlo, porque nuestra atención, nuestra voluntad de escucha está puesta en otros estímulos, como puede ser esa conversación que recién mencionaba.

Luego sucede también, que si terminamos de cocinar, en el momento en que nos disponemos a apagar definitivamente el motor del extractor de aire, nuevamente atendemos y nuevamente escuchamos: notamos cuánto en verdad sonaba, e incluso muchas veces con la sensación de sorpresa o incredulidad por haber logrado anularlo con alto grado de efectividad.

Este ejemplo es solo uno de los muchos casos en los que llegamos a tener esta sensación en la vida cotidiana, ya que lo mismo puede pasar con otros motores, sistemas de ventilación o aire acondicionado o incluso con la lluvia. Seguramente se identifiquen con alguno de estos u otro ejemplo al que puedan acceder por analogía. 

Ahora, con la diferencia entre oír y escuchar definida, podemos adentrarnos en lo que Michel Chion (1992) en la Audiovisión denominó como las tres escuchas, y que si bien parte del planteoque su maestro Pierre Schaeffer propusiera en el Tratado de los objetos musicales (1966), por su simplicidad prefiero tomarlas como punto de partida.

1. Escucha causal
La primera, tal vez la más intuitiva de todas es la escucha causal. Es aquella escucha que apunta a reconocer la fuente del sonido que estamos escuchando: el motor de un auto; el ladrido de un perro; los pajaritos que comienzan a cantar a las 4 de la mañana. En algunos casos, cuando quien escucha tiene un conocimiento profundo de determinadas fuentes sonoras –en general, por tener alguna especialidad puntual o bien ser sonidos recurrentes o familiares– esta causalidad puede ir aún a niveles más profundos:  identificar el ladrido de nuestra mascota en particular, por su familiaridad; o el canto de un ave específica, para quienes, ya sea por afición o la profesión, conozcan en detalle a estos animales.

2. Escucha semántica
Una segunda posibilidad de escucha es a partir de la llamada escucha semántica. Aquí nos referimos a una escucha que apunta a descifrar qué significa aquello que estamos escuchando. En rigor, Chion propone que se hace uso de un código o lenguaje en función de interpretar un mensaje. Ahora, si bien el lenguaje hablado es el mayor protagonista de este tipo de escucha, también puede serlo un sonido dado en un contexto determinado: el hervor del agua, puede significar que es momento de poner la pasta en la cacerola; otro hervor del agua puede interpretarse como el agua que se pasó de los 80º necesarios para preparar el mate.

3. Escucha reducida
Por último nos encontramos con la escucha reducida. Esta es además una herencia directa de las antes mencionadas escuchas Schaefferianas. Siendo la traducción directa de la forma francesa écoute réduit, la entendemos como aquella escucha que toma distancia, tanto de la causa como de cualquier posible significado, para atender a las cualidades y formas propias del sonido: su altura, su duración o bien la proporción de ruido que contenido tonal o ruidoso que lo compone. Hay que decir que la escucha reducida es una escucha antinatural. Es decir, atender a estas características específicas requiere alterar las condiciones naturales de escucha y poder acceder de manera repetida a un sonido, para poder escucharlo y escucharlo y poder analizar en profundidad su composición y comportamiento. El propio Pierre Schaeffer sostenía que esta escucha repetida de un mismo sonido, y en lo posible de forma acusmática –es decir, sin ver la fuente que lo causa– nos permite separarnos gradualmente de su causa y semanticidad, precisando de una mejor manera sus características propias.

Sienten identificación, o mejor dicho, ¿reconocen haber practicado estos tipos de escucha? Tal vez estén pensando en que han leído o encontrado información sobre otras escuchas: la escucha profunda o deep listening, la escucha técnica, por nombrar algunas solamente.

Sin dudas son también grandes temas para charlar, ero eso será para otra entrada.

¡Muchas gracias por pasar y leer!

La semana próxima será la ciudad de San Juan la anfitriona de una mini-gira en el contexto de distintos proyectos que se han alineado para darle forma y lugar a una diversidad de actividades.

En primer lugar, estaré dictando el seminario La bitácora como estrategia para la investigación-creación, un espacio pensado para compartir experiencias y brindar herramientas acerca de esta herramienta de trabajo, orientada a proyectos de investigación que involucren a la creación artística como parte de sus procesos. Esto será en el Centro Cultural Conte Grand, en el marco del Proyecto de Extensión La bitácora, taller de cuerpo y escritura en la comunidad, que a su vez funciona dentro de los proyectos de Extensión de la Universidad Nacional de San Juan, y está a cargo de la Mg. Daniela Isabel Ortiz.

Las actividades continúan el martes con dos talleres que brindaremos junto a María Paula Jaramillo Gómez para estudiantes del Departamento de Artes Visuales de la Universidad Nacional de San Juan. Se trata de dos propuestas que cruzan lo sonoro con lo visual, tomando como punto de partida algunos registros sonoros de campo del proyecto SoundMap San Juan. Estos talleres cuentan con la coordinación de Ana Giménez, quien está a cargo del Departamento.

El día miércoles, estaré compartiendo algunas experiencias propias sobre los posibles devenires de quienes estudiamos música en la charla Música expandida, que tendrá lugar en el subsuelo del Auditorio Juan Victoria. Esta actividad es posible gracias al Instituto de Estudios Musicales, la Secretaría de Extensión Universitaria, la Cátedra de Práctica Docente del Departamento de Música de la FFHA y la coordinación de la Lic. Laura Elisa Villagra y la Lic. Carina Silva.

La frutilla del postre son las actividades del sábado, que se desarrollarán en el Museo de la Historia Urbana en el marco del proyecto SoundMap San Juan, que funciona en la intersección del Departamento de Artes Visuales de la UNSJ, la ENERC, el Archivo de San Juan, los gobiernos municipales y provinciales y el propio Museo.
Allí estaré por la tarde compartiendo en formato charla ampliada mi proyecto Paisaje sonoros subterráneos; y por la noche un concierto monográfico.
Se trata de un concierto conformado por piezas realizadas para distintos medios y sus combinatorias: música acusmática, música visual y una lectura expandida. En este sentido, estarán programadas las piezas Fútbol, Mikrokosmika, Locro, EsporasKowloon, mi última pieza acusmática inspirada en la ya inexistente ciudad homónima, que acaba de recibir el premio Hildegard Westerkamp que otorga la Comunidad Electroacústica Canadiense [CEC]; el cierre del programa contempla la puesta de El rayo verde, la última pieza de lectura expandida producida por andamio, que cuenta con visuales de María Paula Jaramillo Gómez y textos de Rolando Rodríguez. Participará también en este montaje Laura Elisa Villagra, docente e intérprete egresada de la UNSJ, quien pondrá su voz para hacer carne la pieza.
Además, estarán expuestos para su visualización y escucha, los resultados de los dos talleres dictados en el Departamento de Artes Visuales.
Las actividades de este día son posibles gracias a Natalia Segurado, por parte del Museo y a Matteo Pagliarosi y Valentina Spina, por parte del proyecto SoundMap San Juan.

Como siempre, les agradezco por pasar y leer ¿nos vemos por allá?

Las Jornadas de Jóvenes Investigadores son un espacio anual que reúne a cientos de jóvenes investigadoras e investigadores provenientes de las distintas Universidades que forman parte de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo [AUGM], una red creada en 1991, que está conformada por distintas Universidades Públicas, autónomas y autogobernadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.

Este año, será la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca la sede de la edición XXIX de las jornadas, que tendrán lugar entre el 7 y el 9 de septiembre, retomando el formato presencial, y bajo la consigna «generación de conocimiento con integración científica, académica, tecnológica y cultural para la justicia, la libertad y el bienestar de nuestros pueblos».

En este contexto, y gracias a una beca otorgada por la Universidad Nacional del Litoral, voy a estar presentando, junto a 5 colegas de la UNL y entre más de 400 trabajos de investigación, algunos avances de mi proyecto Paisajes sonoros subterráneos, puntualmente algunas cuestiones relativas a Retour dans le quartier, el paisaje y las reflexiones surgidas a partir del trabajo sobre el registro del metro de Montreal.

Como siempre, les agradezco por pasar y leer, espero poder contarles cómo estuvo todo a la vuelta. ¿nos leemos en unos días?