De los días en Resistencia
Unos minutos después de acomodarme donde –gracias a la impecable coordinación de María– me hospedé los días pasados en Resistencia, me escribió Ale Reyero para comentarme que estarían junto a Maia Navas almorzando a tan solo unas cuadras, e invitándome a sumarme. Fue de esos momentos raros en los cuales uno termina conociendo personalmente a quienes ya ha tratado en la virtualidad, en encuentros anteriores y demás, y donde prima cierta familiaridad a pesar de no haber compartido antes un espacio en persona. Cosas de la época en la que nos toca vivir.
La primera obligación era en el Club Social Resistencia, donde iba a inaugurarse al día siguiente la muestra de estudiantes, docentes y graduados y de la que, como invitado del encuentro, también yo formaba parte. Allí tenía que probar sonido para la presentación de Costumbres Argentinas y, de paso, ver cómo iba el montaje de Metaminerales –la videoinstalación de la imagen que acompaña este texto–. Brevemente nos entendimos con el equipo de pasantes, un grupo de estudiantes que de manera voluntaria daban una mano para con la producción del evento, coordinados por Ale Barboza, a quien también conocí en ese momento: predispuesto a que todo salga según lo previsto o mejor y dando una mano personalmente para la cosa funcione con una calidez excepcional. Tipazo.
Después de asegurar que todo estuviera listo para la inauguración del día siguiente, me presentaron a Ale –aka el Cheche– y el plan fue que encaráramos para el predio de la Bienal, donde Nico Ojeda presentaba una escultura sonora: Si un árbol cae en el monte. Si bien la cosa venía un poco demorada, sirvió de excusa para cruzarnos, tomar un cafecito y charlar un rato. Y por supuesto conocer un poco más de los desechos electrónicos, su gestión y cómo Nico había construido esa pieza. Laburazo.
Al día siguiente comenzaba el Congreso. Ya desde tempranito estábamos haciéndole el aguante a Agustina, Carolina, Sofía y Romina, que moderadas por Maia Bradford hicieron una impecable presentación de sus proyectos audiovisuales, cada una con sus particularidades, motivaciones y búsquedas. Yo aproveché para tomar notas de algunas cuestiones que resonaron bastante con temas que iba a tocar en mi propia charla de la tarde. Como siempre, todo está conectado con todo.
Fuimos a almorzar pastas, y se nos unió Miguel Almirón –que recién llegaba a Resistencia, después de un largo periplo en micro– a quien conocí en ese momento. Charlamos de la universidad, de los temas de investigación y de la vida aquí y allá.
Por la tarde era mi charla, en el espacio Sinergia del predio de la Bienal. Fuimos desde el centro caminando con Miguel, impresionándonos de la cantidad de gente que estaba dando vueltas. Llenísimo el predio. Llegamos bien a tiempo para escuchar las palabras de apertura de parte de las autoridades y, después de la presentación de parte de Ale, Maia y Cheche –desde su rol como comité académico del congreso– poder pasar a compartir mi charla, que tuvo una buena recepción y generó un lindo espacio de debate posterior. Ya le quedaba solo un pasito más al día: la inauguración de la muestra en el Club Social, así que hacia allá fuimos.
En la vereda, mientras esperábamos que iniciara el evento conocí a Lucho, que además me dio una mano para hacer algo de registro de la videoinstalación. Hicimos juntos además un recorrido por la muestra, y siendo que él es profe y conocía la mayoría de los proyectos, fue una suerte de guía que supe encontrar para acceder a otro nivel de lectura para con las piezas expuestas.
Terminamos este largo día yendo a comer a un bar, que a pesar de ser miércoles estaba llenísimo. Al equipete del comité académico se sumaron también Eve y Mariana –que estaban brindando un workshop de videodanza por las mañanas–. Necesario distender y hacer catarsis al menos un poquito después de darle tanto a la trabajación.
Aunque al congreso le quedaba un día más, siendo que el viernes tenía que volver a cerrar un seminario presencial en Buenos Aires, el jueves era mí último día en Resistencia. Así que después del almuerzo, volvimos al Club Social para organizar la presentación de Costumbres Argentinas. Allí volvimos a organizar la técnica junto a Agustín, María, Ludmila y Joel, pasantes que con mucha dedicación recablearon la consola dejándola lista para la sesión de escucha, que salió fantástica.
No me queda más que agradecer por la invitación y por haberme confiado tanto la charla como las presentaciones de piezas en el contexto del Congreso. Para mí siempre es una alegría compartir estos espacios de reflexión e intercambio. Y una alegría doble poder volver a Resistencia después de estos seis años que pasaron en el medio.
Así que, para no hacerla más larga: gracias. Muchas gracias a quienes trabajaron para que todo fuera posible. Espero que, por acá o por allá, nos veamos pronto. ¡Hasta la próxima!
