¡Siempre hay próxima!
Ese jueves, después de aterrizar en Medellín y de un no muy prolongado desencuentro con el taxista que pasaba a buscarme por el aeropuerto, llegué al fin a Casa NN –mi lugar de hospedaje– para dormir unas horas antes de que todo comience.
Al mediodía, encaré para el Parque Explora donde desde la puerta del Exploratorio, Camilo me hacía señas como diciéndome «sí, sí, es acá». Un abrazo y un par de palabras, que si bien eran las primeras que cruzábamos en persona, fue como si nos conociéramos de hace tiempo. El reencuentro con Seba, conocer a Dani, dos grossos que hoy en día están a cargo de los más diversos y novedosos proyectos del espacio.
Recorrimos un poco, almorzamos y Estefanía me llevó a la radio de la Universidad Bolivariana, donde en el programa que Claudia conduce, charlamos de mil cosas y promocionamos un poco la actividad de esa misma tarde.
A la nochecita llegó el momento de presentar Cuatro Metros en el Exploratorio, en un auditorio colmado de gente, entre la cual supe ver dos caras conocidas: Esteban y Diego. ¡Qué grandes, haciendo el aguante!
Pasada la presentación y cumplidas las obligaciones, fuimos a tomar unas cervezas en un lugarcito de ahí cerca, charlamos con Diego acerca del futuro y él llegó a irse a tiempo, pero el mayor aguacero de la temporada nos dejó varados en el lugar por un rato…
El viernes, fue el taller de Bernardo y Gerardo. Nos reíamos porque nos vemos más en Colombia que en Argentina. Construimos cañas geolécticas, una copada iniciativa dentro del marco de Radio Surófona.
El sábado, ya la última actividad por allá, me tocaba coordinar una caminata sonora por la Plaza Minorista con el grupo Escuchas Remotas que está a cargo de Camilo.
Todos los contrastes en ese sitio, un submundo de la compraventa de todo tipo de cosas muy interesante de escuchar y compartir con el grupo.
Asado de cierre en lo de Camilo, donde conocí a Paulina, a Leslie –recién llegada de México y con quien sin saberlo teníamos un montón de gente en común–, y por primera vez tuvimos un ratito más tranquilo para charlar con Luciana, que desde Platohedro empuja también un montón de iniciativas increíbles.
El asado, alla paisa y comandado por Gabriel y Camilo en una discutible asociación, en una parrilla que según recuerdo me dijeron era tipo cubano pero que googleando lo más parecido que encuentro es algo llamado caja china. Papitas criollas, choris, una ananá [aka piña] y el cerdo más tierno del mundo ¡Muy bueno todo!
Micro a Manizales. Festival Internacional de la Imagen. El clásico reencuentro de Andamio, y también con Emilio, Marianne y Luis, a quien conocí ese día.
Después de la acreditación, comenzaban los talleres. Si bien al principio parecía que no, finalmente el que impartí fue el más numeroso de todos los talleres, con veinte participantes que al finalizar la tarde terminaron exponiendo cuatro producciones de lo más variadas.
Almuerzo en equipo y a descansar.
El miércoles teníamos concierto en Pereira y desde la mañana estuvimos previendo los últimos detalles. Mi compu dejó de andar, pero servicio técnico mediante el jueves, el viernes volvió a ser lo que era.
Cable aéreo, bus y caminata, llegamos al Museo de Arte de Pereira, donde Alejandro nos recibía con una sonrisa y un camarín lleno de frutas para pasar la tarde. Igual nos escapamos a almorzar a un corrientazo de a la vuelta.
A sala colmada, presentamos Calles en un formato reducido junto con Jessi y Emilio. El concierto lo compartimos también con David, Andrés y José, artistas locales. ¡Qué lindo compartir escenario con ustedes!
El viernes me convertí en espectador, visité las instalaciones del Festival. Por suerte, lo encontré a Jorge Barco –digo por suerte, porque estaba por irse de Manizales– que me contó sobre los tiempos del ruido… un interesantísimo trabajo sobre la caída de unos meteoritos en Colombia.
También pude ver la conferencia de Cielo Vargas, con quien no nos conocíamos personalmente a pesar de haber conversado por correo desde hace un tiempo.
Llegando al fin de la semana, las despedidas fueron varias, aunque a esta altura se sabe que no son definitivas. ¡Siempre hay próxima!
Así que gracias, una vez más por todo. Pero por sobre todo, por hacerme sentir como en casa.
¡Hasta la próxima! Espero que sea pronto.
Marianne, Luis, yo, Emilio y Jessi, en el cable aéreo camino al terminal de Manizales.