Escenas madrileñas

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Esta vez, le tocó a Madrid. Y en forma de escenas.
Hace poco, releyendo La revolución Electrónica, de William Borroughs, me volví a encontrar con el concepto de cut up, que él mismo define así:

Si usted sale a la calle ¿qué ve? Ve autos, trozos de gente, ve sus propios pensamientos, todo mezclado y sin linealidad alguna. Este modo de escritura de montaje deja intacta la narración. Justamente creo que es todavía más fiel a ella.

Borroughs, William (2013), La revolución electrónica, pp. 85-86.

Este recurso, que Borroughs implementó en los 70′ en el medio literario, no deja de resonar a otras propuestas anteriores que se continúan utilizando hoy en día en el mundo audiovisual.
En el cine, David Griffith, ya en 1914 en The birth of a nation propuso la mayor parte de los códigos del lenguaje del cine moderno, entre los cuales se encuentra el recurso del montaje paralelo: dos o más escenas que están transcurriendo en lugares e incluso también tiempos distintos, se construyen simultáneamente mediante la alternancia entre imágenes de cada una de esas escenas, generando interés en la multiplicidad de la trama y desarrollando a la vez nuevas posibilidades de asociación de significados entre ellas.
Sin embargo, la idea de Borroughs no es simplemente generar ese interés entre la yuxtaposición de materiales, sino jugar con el efecto de extrañamiento que puede originar la no correlación entre las escenas, historias o acciones contadas. Si tuviéramos que describir qué pasa en un parque o plaza, encontraríamos muchos eventos inconexos, pero que a su vez, hacen a la realidad, identidad y contexto de ese espacio.

 

De ese concepto me apropié para abordar el metro de Madrid, que se presenta aquí en forma de distintas escenas, que bien pueden suceder en momentos simultáneos dentro de su realidad subterránea: una conversación entre turistas, un guitarrista que toca en un pasillo, un viaje entre estaciones… como diría Borroughs, todo mezclado y sin linealidad alguna.

El paisaje sonoro final que escuchamos parte de grabaciones de campo realizadas en las líneas 2 [Las Rosas – Cuatro Caminos], 5 [Alameda de Osuna – Casa de Ocampo], 8 [Nuevos Ministerios – Aeropuerto] y 10 [Hospital Infanta Sofía – Puerta del Sur], que luego fueron intervenidas para dar (no) continuidad al relato.

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3 comentarios
  1. laoscuraheraclitaefesa dijo:

    Hola Ale 🙂
    Sólo para agregar, si hablamos de un lenguaje cinematográfico podríamos decir que en la construcción de su código usamos también la técnicas de fuera de campo, montaje paralelo (como bien lo mencionas) voz en off, personajes principales, extras y etc que bien se pueden identificar en el audio. La metáfora que mencionas sobre Griffith es bien acertada, pero a su vez es mucho más compleja de lo que parece. Los elementos que constituyen al registro con el que llevaste a cabo este audio, no se aprecian a modo de imagen y esa podría ser la diferencia entre el cine (griffith) que mencionas y el audio (sonido) que aparece mucho después de la invención del lenguaje cinematográfico.

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    • Exacto! es cierto que es breve la referencia que hago y también es cierto que el cine sonoro aparece posteriormente y abraza / adapta / reinventa los recursos existentes referidos al lenguaje, la diégesis y demás, que ya se utilizaban visualmente.
      Pero también me parecía que hablar de Cut up sin mencionar su base –directa o indirecta– en el montaje paralelo y a Griffith, no era coherente. En un texto que estoy escribiendo, desarrollo más en profundidad estos temas, espero pronto poder compartirlo.
      Muchas gracias por el comentario, salú! 🙂

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      • laoscuraheraclitaefesa dijo:

        Esperaré el articulo con ansias 😉
        Abrazo Sonoro

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